Poemas de miguel hernández

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Poeta famoso /Miguel Hernández1910-1942 A pesar de su trágica y temprana muerte, Miguel Hernández se convirtió en uno de los poetas más influyentes para la siguiente generación de poetas españoles. Hernández nació en el pequeño pueblo de Orihuela en 1910, donde pasó su infancia como cabrero y labrador. Fue en gran parte autodidacta, habiendo recibido una educación básica en escuelas estatales y, más tarde, formación por parte de los jesuitas. Miguel pasó su juventud devorando poesía, especialmente la del poeta español Góngora, que influyó en sus primeras obras, la primera de las cuales fue Perito en lunas (1933). El gongorismo combina una estructura formal con una imaginería fantástica y a veces surrealista. Su segunda colección, El rayo que no cesa (1936), presagia inquietantemente el cruel destino que le espera.

Hernández se trasladó a Madrid poco después de casarse, dejando a su mujer e hijo en Orihuela. Allí entabló amistad con los poetas más prestigiosos de España, como Lorca, Aleixandre, Alberti y Neruda. Su influencia, así como la tragedia y el horror que le tocó vivir más tarde, hicieron que su obra madurara hasta convertirse en una forma intensamente personal y brutal. Miguel sirvió en el ejército republicano durante la Guerra Civil, y el salvajismo que presenció, así como la temprana muerte de su primogénito, están vívidamente retratados en sus obras posteriores. Primera Canción describe el efecto deshumanizador de la guerra en los individuos, al igual que la mayoría de los poemas de Viento del pueblo (1937) y El hombre acecha (1938).

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Don Miguel Hernández nació en Orihuela hace 110 años. un día como hoy. Uno de los más grandes e imprescindibles poetas de la literatura española nos dejó demasiado pronto y demasiado joven. Este año también se ha cumplido el 75 aniversario de su muerte en 1942 a causa de la tuberculosis. Pero cada 30 de octubre volvemos a celebrar que es nuestro, que escribió en nuestra hermosa lengua y que nos dejó un legado de los más bellos versos que se pueden encontrar.

Guerras tristes, Jornaleros, Última canción, Cebolla nana, Manos… Son tantos y tan buenos. Valga este sencillo homenaje a su figura y arte recordando parte de su obra con una selección de mis versos y poemas favoritos.

Nació en Orihuela el 30 de octubre de 1910 y fue también dramaturgo además de poeta. Era de familia humilde y tuvo que dejar la escuela muy pronto para ir a trabajar como pastor. Pero fue un gran lector de poesía clásica (Garcilaso, Góngora, Quevedo o San Juan de la Cruz) y así encontró su inspiración y capacidad para la poesía.

Fue a partir de 1930 cuando empezó a publicar sus poesías en revistas como El Pueblo de Orihuela o Día de Alicante. En esa década se fue a Madrid y también colaboró en diferentes publicaciones, lo que le permitió relacionarse con más poetas de la época. A su regreso a Orihuela escribió Experto en lunas, donde se nota la influencia de los autores que leyó en su infancia y de los que conoció en ese viaje a Madrid.

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«Miguel Hernández . . fue uno de los poetas en lengua española más abiertos y desgarradores del siglo XX. Aunque menos conocido en Estados Unidos, es una figura comparable a, por ejemplo, Federico García Lorca, Cesar Valléjo y Pablo Neruda. . . . La nueva y triunfante edición bilingüe de Ted Genoways . . nos ofrece una rica oportunidad de experimentar la poesía de Hernández, tan cargada de emociones, tan llena de dificultades humanas, tan llena de tierra y de espíritu de libertad» -Edward Hirsch, Washington Post Book World

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Pablo: Te oigo, te recuerdo en esa tierra tuya, empleando tu voz para la lucha, enfrentándote a las riadas que se llevan el ganado y las jóvenes para arrojarlas a tu pecho. Oigo tus pasos hechos para recorrer la noche, resonando de nuevo sobre las aceras de Madrid , con los de Federico, Vicente, Delia, y los míos. Recuerdo los amaneceres que nos iluminaban con un azul topacio de carne universal, en el umbral de una taberna confundida por las lágrimas y la escarcha, como viudos heridos por la luna.

Pablo: Un sombrío rosal viene a florecer por encima de mí, sobre una cuna familiar que se abre poco a poco, hasta que vislumbro en ella, junto a un hijo del sufrimiento, la profundidad de la tierra. Ahora recuerdo, y comprendo mejor esa casa asediada tuya, y me pregunto: ¿cómo podía ser sólo un consulado cuando Pablo era el cónsul?

Vosotros exigís corazón, y yo también. Ved las muchas bocas cenicientas por el rencor, por el hambre, por la muerte, pálidas por la falta de canciones y de risas: resecas por no dar el más profundo de los besos. Pero ved cómo la gente sonríe con una tristeza floreciente, augurando la llegada de una alegría sustancial. Nos responderá. Y las tabernas, lúgubres como las funerarias de hoy, irradiarán el más penetrante esplendor de la poesía y el vino.